En este género se encuentran varias historias muy divertidas que les encantara desde los niños hasta los adultos
Un cuento es una narración breve creada por uno o varios autores, basada en hechos reales o ficticios, cuya trama es protagonizada por un grupo reducido de personajes y con un argumento relativamente sencillo
``EL PATITO FEO´´
Adaptación del cuento de Hans C. Andersen
Era una preciosa
mañana de verano en el estanque. Todos los animales que allí vivían se sentían
felices bajo el cálido sol, en especial una pata que de un momento a otro,
esperaba que sus patitos vinieran al mundo.
– ¡Hace un día
maravilloso! – pensaba la pata mientras reposaba sobre los huevos para darles
calor – Sería ideal que hoy nacieran mis hijitos. Estoy deseando verlos porque
seguro que serán los más bonitos del mundo.
Y parece que se
cumplieron sus deseos, porque a media tarde, cuando todo el campo estaba en
silencio, se oyeron unos crujidos que despertaron a la futura madre.
¡Sí, había llegado
la hora! Los cascarones comenzaron a romperse y muy despacio, fueron asomando
una a una las cabecitas de los pollitos.
– ¡Pero qué
preciosos sois, hijos míos! – exclamó la orgullosa madre – Así de lindos os
había imaginado.
Sólo faltaba un
pollito por salir. Se ve que no era tan hábil y le costaba romper el cascarón
con su pequeño pico. Al final también él consiguió estirar el cuello y asomar
su enorme cabeza fuera del cascarón.
– ¡Mami, mami! –
dijo el extraño pollito con voz chillona.
¡La pata, cuando le
vio, se quedó espantada! No era un patito amarillo y regordete como los demás,
sino un pato grande, gordo y negro que no se parecía nada a sus hermanos.
– ¿Mami?… ¡Tú no
puedes ser mi hijo! ¿De dónde habrá salido una cosa tan fea? – le increpó –
¡Vete de aquí, impostor!
Y el pobre patito,
con la cabeza gacha, se alejó del estanque mientras de fondo oía las risas de
sus hermanos, burlándose de él.
Durante días, el
patito feo deambuló de un lado para otro sin saber a dónde ir. Todos los
animales con los que se iba encontrando le rechazaban y nadie quería ser su
amigo.
Un día llegó a una
granja y se encontró con una mujer que estaba barriendo el establo. El patito
pensó que allí podría encontrar cobijo, aunque fuera durante una temporada.
– Señora – dijo con
voz trémula- ¿Sería posible quedarme aquí unos días? Necesito comida y un techo
bajo el que vivir.
La mujer le miró de
reojo y aceptó, así que durante un tiempo, al pequeño pato no le faltó de nada.
A decir verdad, siempre tenía mucha comida a su disposición. Todo parecía ir
sobre ruedas hasta que un día, escuchó a la mujer decirle a su marido:
– ¿Has visto cómo
ha engordado ese pato? Ya está bastante grande y lustroso ¡Creo que ha llegado
la hora de que nos lo comamos!
El patito se llevó
tal susto que salió corriendo, atravesó el cercado de madera y se alejó de la
granja. Durante quince días y quince noches vagó por el campo y comió lo poco
que pudo encontrar. Ya no sabía qué hacer ni a donde dirigirse. Nadie le
quería y se sentía muy desdichado.
¡Pero un día su
suerte cambió! Llegó por casualidad a una laguna de aguas cristalinas y allí,
deslizándose sobre la superficie, vio una familia de preciosos cisnes. Unos
eran blancos, otros negros, pero todos esbeltos y majestuosos. Nunca había
visto animales tan bellos. Un poco avergonzado, alzó la voz y les dijo:
– ¡Hola! ¿Puedo
darme un chapuzón en vuestra laguna? Llevo días caminando y necesito
refrescarme un poco.
-¡Claro que
sí! Aquí eres bienvenido ¡Eres uno de los nuestros! – dijo uno que parecía ser
el más anciano.
– ¿Uno de los
vuestros? No entiendo…
– Sí, uno de los
nuestros ¿Acaso no conoces tu propio aspecto? Agáchate y mírate en el agua. Hoy
está tan limpia que parece un espejo.
Y así hizo el
patito. Se inclinó sobre la orilla y… ¡No se lo podía creer! Lo que vio le dejó
boquiabierto. Ya no era un pato gordo y chato, sino que en los últimos días se
había transformado en un hermoso cisne negro de largo cuello y bello plumaje.
¡Su corazón saltaba
de alegría! Nunca había vivido un momento tan mágico. Comprendió que nunca
había sido un patito feo, sino que había nacido cisne y ahora lucía en
todo su esplendor.
– Únete a nosotros
– le invitaron sus nuevos amigos – A partir de ahora, te cuidaremos y serás uno
más de nuestro clan.
Y feliz, muy feliz,
el pato que era cisne, se metió en la laguna y compartió el paseo con aquellos
que le querían de verdad.
``EL GATO CON BOTAS´´
Adaptación
del cuento de los Hermanos Grimm
Erase una vez
un molinero que tenía tres hijos. El hombre era muy pobre y casi no tenía
bienes para dejarles en herencia. Al hijo mayor le legó su viejo molino, al
mediano un asno y al pequeño, un gato.
El menor de
los chicos se lamentaba ante sus hermanos por lo poco que le había
correspondido.
– Vosotros
habéis tenido más suerte que yo. El molino muele trigo para hacer panes y
tortas y el asno ayuda en las faenas del campo, pero ¿qué puedo hacer yo con un
simple gato?
El gato
escuchó las quejas de su nuevo amo y acercándose a él le dijo:
– No te
equivoques conmigo. Creo que puedo serte más útil de lo que piensas y muy
pronto te lo demostraré. Dame una bolsa, un abrigo elegante y unas botas de mi
talla, que yo me encargo de todo.
El joven le
regaló lo que le pedía porque al fin y al cabo no era mucho y el gato puso en
marcha su plan. Como todo minino que se precie, era muy hábil cazando y no le
costó mucho esfuerzo atrapar un par de conejos que metió en el saquito. El
abrigo nuevo y las botas de terciopelo le proporcionaban un porte distinguido,
así que muy seguro de sí mismo se dirigió al palacio real y consiguió ser
recibido por el rey.
– Majestad,
mi amo el Marqués de Carabás le envía estos conejos – mintió el gato.
– ¡Oh, muchas
gracias! – respondió el monarca – Dile a tu dueño que le agradezco mucho este
obsequio.
El gato
regresó a casa satisfecho y partir de entonces, cada semana acudió al palacio a
entregarle presentes al rey de parte del supuesto Marqués de Carabás. Le
llevaba un saco de patatas, unas suculentas perdices, flores para embellecer
los lujosos salones reales… El rey se sentía halagado con tantas atenciones e
intrigado por saber quién era ese Marqués de Carabás que tantos regalos le
enviaba mediante su espabilado gato.
Un día,
estando el gato con su amo en el bosque, vio que la carroza real pasaba por el
camino que bordeaba el río.
– ¡Rápido,
rápido! – le dijo el gato al joven – ¡Quítate la ropa, tírate al agua y finge
que no sabes nadar y te estás ahogando!
El hijo del
molinero no entendía nada pero pensó que no tenía nada que perder y se lanzó al
río ¡El agua estaba helada! Mientras tanto, el astuto gato escondió las prendas
del chico y cuando la carroza estuvo lo suficientemente cerca, comenzó a
gritar.
– ¡Socorro!
¡Socorro! ¡Mi amo el Marqués de Carabás no sabe nadar! ¡Ayúdenme!
El rey mandó
parar al cochero y sus criados rescataron al muchacho ¡Era lo menos que podía
hacer por ese hombre tan detallista que le había colmado de regalos!
Cuando estuvo
a salvo, el gato mintió de nuevo.
– ¡Sus ropas
no están! ¡Con toda esta confusión han debido de robarlas unos ladrones!
– No te
preocupes – dijo el rey al gato – Le cubriremos con una manta para que no pase
frío y ahora mismo envío a mis criados a por ropa digna de un caballero como
él.
Dicho y
hecho. Los criados le trajeron elegantes prendas de seda y unos cómodos zapatos
de piel que al hijo del molinero le hicieron sentirse como un verdadero señor.
El gato, con voz pomposa, habló con seguridad una vez más.
– Mi amo y yo
quisiéramos agradecerles todo lo que acaban de hacer por nosotros. Por favor,
vengan a conocer nuestras tierras y nuestro hogar.
– Será un
placer. Mi hija nos acompañará – afirmó el rey señalando a una preciosa muchacha
que asomaba su cabeza de rubia cabellera por la ventana de la carroza.
El falso
Marqués de Carabás se giró para mirarla. Como era de esperar, se quedó prendado
de ella en cuanto la vio, clavando su mirada sobre sus bellos ojos verdes. La
joven, ruborizada, le correspondió con
una dulce sonrisa que mostraba unos dientes
tan blancos como perlas marinas.
– Si le
parece bien, mi amo irá con ustedes en el carruaje. Mientras, yo me adelantaré
para comprobar que todo esté en orden en nuestras propiedades.
El amo subió
a la carroza de manera obediente, dejándose llevar por la inventiva del gato.
Mientras, éste echó a correr y llegó a unas ricas y extensas tierras que
evidentemente no eran de su dueño, sino de un ogro que vivía en la comarca. Por
allí se encontró a unos cuantos campesinos que labraban la tierra. Con cara
seria y gesto autoritario les dijo:
– Cuando
veáis al rey tenéis que decirle que estos terrenos son del Marqués de Carabás
¿entendido? A cambio os daré una recompensa.
Los
campesinos aceptaron y cuando pasó el rey por allí y les preguntó a quién
pertenecían esos campos tan bien cuidados, le dijeron que eran de su buen amo
el Marqués de Carabás.
El gato,
mientras tanto, ya había llegado al castillo. Tenía que conseguir que el ogro
desapareciera para que su amo pudiera quedarse como dueño y señor de todo.
Llamó a la puerta y se presentó como un viajero de paso que venía a presentarle
sus respetos. Se sorprendió de que, a pesar de ser un ogro, tuviera un castillo
tan elegante.
– Señor ogro
– le dijo el gato – Es conocido en todo el reino que usted tiene poderes. Me
han contado que posee la habilidad de convertirse en lo que quiera.
– Has oído
bien – contestó el gigante – Ahora verás de lo que soy capaz.
Y como por
arte de magia, el ogro se convirtió en un león. El gato se hizo el sorprendido
y aplaudió para halagarle.
– ¡Increíble!
¡Nunca había visto nada igual! Me pregunto si es capaz de convertirse usted en
un animal pequeño, por ejemplo, un ratoncito.
– ¿Acaso
dudas de mis poderes? ¡Observa con atención! – Y el ogro, orgulloso de
mostrarle todo lo que podía hacer, se transformó en un ratón.
¡Sí! ¡Lo
había conseguido! El ogro ya era una presa fácil para él. De un salto se
abalanzó sobre el animalillo y se lo zampó sin que al pobre le diera tiempo ni
a pestañear.
Como había
planeado, ya no había ogro y el castillo se había quedado sin dueño, así que
cuando llamaron a la puerta, el gato salió a recibir a su amo, al rey y a la
princesa.
– Sea
bienvenido a su casa, señor Marqués de Carabás. Es un honor para nosotros tener
aquí a su alteza y a su hermosa hija. Pasen al salón de invitados. La cena está
servida – exclamó solemnemente el gato al tiempo que hacía una reverencia.
Todos
entraron y disfrutaron de una maravillosa velada a la luz de las velas. Al
término, el rey, impresionado por lo educado que era el Marqués de Carabás y
deslumbrado por todas sus riquezas y posesiones, dio su consentimiento para que se casara con
la princesa.
Y así es como
termina la historia del hijo del molinero, que alcanzó la dicha más
completa gracias a un simple pero
ingenioso gato que en herencia le dejó su padre.
``EL LOBO Y LAS SIETE CABRITAS´´
Adaptación
del cuento de los Hermanos Grimm
Había una vez
una cabra que tenía siete cabritillas. Todas ellas eran preciosas, blancas y de
ojos grandes. Se pasaban el día brincando por todas partes y jugando unas con
otras en el prado.
Cierto día de
otoño, la mamá cabra le dijo a sus hijitas que tenía que ausentarse un rato
para ir al bosque en busca de comida.
– ¡Chicas,
acercaos! Escuchadme bien: voy a por alimentos para la cena. Mientras estoy
fuera no quiero que salgáis de casa ni abráis la puerta a nadie. Ya sabéis que
hay un lobo de voz ronca y patas negras que merodea siempre por aquí ¡Es muy
peligroso!
– ¡Tranquila,
mamita! – contestó la cabra más chiquitina en nombre de todas – Tendremos mucho
cuidado. La madre se despidió y al rato, alguien golpeó la puerta.
– ¿Quién es?
– dijo una de las pequeñas.
– Abridme la
puerta. Soy vuestra querida madre.
– ¡No! –
gritó otra – Tú no eres nuestra mamá. Ella tiene la voz suave y dulce y tu voz
es ronca y fea. Eres el lobo… ¡Vete de aquí!
Efectivamente,
era el malvado lobo que había aprovechado la ausencia de la mamá para tratar de
engañar a las cabritas y comérselas. Enfadadísimo, se dio media vuelta y
decidió que tenía que hacer algo para que confiaran en él. Se le ocurrió la
idea de ir a una granja cercana y robar una docena de huevos para aclararse la
voz. Cuando se los había tragado todos, comprobó que hablaba de manera mucho
más fina, como una auténtica señorita. Regresó a casa de las cabritas y volvió
a llamar.
– ¿Quién
llama?- escuchó el lobo al otro lado de la puerta.
– ¡Soy yo,
hijas, vuestra madre! Abridme que tengo muchas ganas de abrazaros.
Sí… Esa voz
melodiosa podría ser de su mamá, pero la más desconfiada de las hermanas quiso cerciorarse.
– No estamos
seguras de que sea cierto. Mete la patita por la rendija de debajo de la
puerta.
El lobo, que
era bastante ingenuo, metió la pata por el hueco entre la puerta y el
suelo, y al momento oyó los gritos
entrecortados de las cabritillas.
– ¡Eres el
lobo! Nuestra mamá tiene las patitas blancas y la tuya es oscura y mucho más
gorda ¡Mentiroso, vete de aquí!
¡Otra vez le
habían pillado! La rabia le enfurecía,
pero no estaba dispuesto a fracasar. Se fue a un molino que había al
otro lado del riachuelo y metió las patas en harina hasta que quedaron
totalmente rebozadas y del color de la nieve.
Regresó y llamó por tercera vez.
– ¿Quién es?
– Soy mamá.
Dejadme pasar, chiquitinas mías – dijo el lobo con voz cantarina, pues aún
conservaba el tono fino gracias al efecto de las yemas de los huevos.
– ¡Enséñanos
la patita por debajo de la puerta! – contestaron las asustadas cabritillas.
El lobo,
sonriendo maliciosamente, metió la patita por la rendija y…
– ¡Oh, sí!
Voz suave y patita blanca como la leche ¡Esta tiene que ser nuestra mamá! –
dijo una cabrita a las demás.
Todas
comenzaron a saltar de alegría porque por fin su mamá había regresado.
Confiadas, giraron la llave y el lobo entró dando un fuerte empujón a la
puerta. Las pobres cabritas intentaron esconderse, pero el lobo se las fue
comiendo a todas menos a la más joven,
que se camufló en la caja del gran reloj del comedor.
Cuando llegó
mamá cabra el lobo ya se había largado. Encontró la puerta abierta y los
muebles de la casa tirados por el suelo ¡El muy perverso se había comido a sus
cabritas! Con el corazón roto comenzó a llorar y de la caja del reloj salió muy
asustada la cabrita pequeña, que corrió a refugiarse en su pecho. Le contó lo
que había sucedido y cómo el malvado lobo las había engañado. Entre lágrimas de
amargura, su madre se levantó, cogió un mazo enorme que guardaba en la cocina,
y se dispuso a recuperar a sus hijas.
– ¡Vamos,
chiquitina! ¡Esto no se va a quedar así! Salgamos en busca de tus hermanas, que
ese bribón no puede andar muy lejos – exclamó con rotundidad.
Madre e hija
salieron a buscar al lobo. Le encontraron profundamente dormido en un campo de
maíz. Su panza parecía un enorme globo a punto de explotar. La madre, con toda
la fuerza que pudo, le dio con el mazo en la cola y el animal pegó un bote tan
grande que empezó a vomitar a las seis cabritas, que por suerte, estaban sanas
y salvas. Aullando, salió despavorido y desapareció en la oscuridad del bosque.
-¡No vuelvas a acercarte a nuestra casa! ¿Me
has oído? ¡No vuelvas por aquí! – le gritó la mamá cabra.
Las cabritas
se abrazaron unas a otras con emoción.
El lobo jamás volvió a amenazarlas y ellas comprendieron que siempre
tenían que obedecer a su mamá y jamás fiarse de desconocidos.
Las leyendas,
y al igual que otro tipo de narraciones literarias como las fábulas, son
escritos muy antiguos que se han transmitido durante siglos de generación en
generación
``LA MUJER DORMIDA Y EL CERRO POPOCATEPETL´´
Tonatiuh,
el Dios Sol, vivía con su familia en el cielo allí donde no se conocía la
oscuridad, ni la angustia. El hijo del Dios Sol era el príncipe Izcozauhqui a
quien le encantaban los jardines.
Un
día el príncipe oyó hablar de los lindos jardines del señor Tonacatecuhtli así
que curioso fue a conocerlos. Las plantas allí parecían más verdes y los prados
frescos y cubiertos de rocío. Al descubrir una laguna resplandeciente se acercó
a verla y allí se encontró con una mujer que salía de
las aguas ataviada con vestidos de plata.
Se enamoraron de inmediato ante el beneplácito de los dioses. Pasaban el tiempo
juntos, recorrían un cielo y otro. Pero los dioses les prohibieron ir más allá
del cielo.
Los
enamorados conocían el firmamento. La curiosidad por saber qué había bajo el
cielo hizo que descendieran a conocer la tierra. Allí la vida era diferente. El
sol no brillaba todo el tiempo, sino que descansaba por las noches. Había más
colores, texturas, sonidos y animales que en todos los cielos recorridos.
Los
príncipes, al descubrir que la tierra era más hermosa que los paraísos
celestiales decidieron quedarse a vivir en ella
para siempre. El lugar escogido para su morada
estaba cerca de un lago, al lado de valles y montañas.
Los dioses, furiosos por la
desobediencia de la pareja, decidieron un castigo. La princesa enfermó
repentinamente, fueron vanos los esfuerzos de Izcozauhqui por aliviarla. La
mujer supo que esa era la sanción de los dioses.
La
princesa, antes de morir, le pidió
a Izcozauhqui que la llevara a una montaña con el fin de estar junto
a las nubes, para que, cuando él regresara
con su padre, pudiera verla más cerca desde el cielo. Fueron sus últimas
palabras, después se quedó quieta y blanca como la nieve.
El príncipe caminó días y noches
hasta llegar a la cima de la montaña. Encendió una antorcha cerca de ella, la
veló, como si la princesa durmiera. Izcozauhqui se quedó junto a ella, sin
moverse, hasta morir. Ella se convirtió
en la mujer dormida (Iztaccíhuatl) y él en el cerro
que humea (Popocatépetl).
``LEYENDA DEL CONEJO EN LA LUNA´´
Un día el dios Quetzalcóatl decidió
explorar el mundo, para ese se convirtió en un hombre y viajo por todos los
rincones del planeta asombrándose de los grande y hermoso que era la tierra.
Un día al final de su viaje,
Quetzalcóatl caminaba por una carretera, sus fuerzas estaban agotadas después
de tanto caminar por el mundo, se detuvo y se sentó en un lado de la carretera,
de pronto salió un pequeño conejo, quien observo cuidosamente a Quetzalcóatl y
decidió acercarse a él sin saber que él era un dios.
El pequeño conejo se acercó y
pregunto qué era lo que sucedía, y Quetzalcóatl contesto que se sentía cansado
y hambriento, entonces el conejo le ofreció de su comida pero Quetzalcóatl no
comía plantas, entonces el conejo se detuvo a pensar un momento y después le
dijo a Quetzalcóatl que no tenía nada más que ofrecer, que solo era un pequeño
conejo sin importancia y que se lo comiera a él, que sin duda eso le ayudaría a
recuperar sus fuerzas. Después de escuchar ese
noble gesto Quetzalcóatl regreso a su forma original y levanto aquel conejo y
lo arrojo al cielo, al hacerlo su figura se quedó reflejada en la luna. Cuando
bajo el conejo Quetzalcóatl le dijo, que tal vez era solo un pequeño conejo,
pero que de ese día en adelante todos lo recordarían al ver su figura marcada
en la luna.
``LA LEYENDA DEL TAMBOR´´
La luna nunca recibe visitas de la
tierra y menos por parte de los monos, pero ellos sentían mucha envidia de los
pájaros que podían volar, ya que pensaban todas las veces que habrán pasado
junto a ella y los monitos del bosque le tienen gran admiración a la enorme
luna que ilumina los cielos, por eso se reunieron absolutamente todos para
poder generar un plan que les permita llegar a ella. Lo máximo que se les
ocurrió fue subirse uno encima del otro parado en sus hombros de forma pilar
para arriba.La leyenda del tambor
La fila que hizo realmente alta,
tanto así que el monito más arriba de todos pudo tomar la cola de la luna, pero
en ese mismo momento uno perdió el equilibrio y toda la fila se cayó de forma
desastrosa, el único que no sufrió la caída fue el monito que permaneció tomado
de la luna hasta que por compasión lo subió sobre ella para que no se caiga.
Cuando vio al dulce mono le quiso obsequiar algo y por ello le dio un tambor
para que hiciera toda clase de música. Con el tiempo la luna le enseñó como
tocarlo y lo escuchaba todos los días mientras lo hacía, pero tarde o temprano
tenía que volver a la tierra.
El monito no quería volver, pero la
luna se ató una soga en la cola hasta la tierra para que el monito baje por
ella, pero le advirtió que no se atreviera a tocar el tambor antes de llegar
abajo, en caso contrario cortaría la soga. Empezó a bajar muy tranquilamente,
pero en la mitad no se aguantó y empezó a tocar el tambor, tan fuerte lo hizo
que todas las personas y animales que se encontraban cerca lo oyeron y se
acercaron a la soga, pero entonces la luna cortó la soga.
Cayó sin nadie que lo ataje el mono
contra la tierra, pero su tambor estaba a su lado y los indígenas comenzaron a
imitar los sonidos que emitía con su tambor, así como también su instrumento
porque les encantó el regalo que la luna le dio al mundo a través de este
pequeño monito.
Las fábulas destacan por transmitir
enseñanzas tan importantes que, aunque la mayoría de ellas fueron escritas hace
siglos, actualmente siguen siendo imprescindibles en el día a día
``LA CIGARRA Y LA HORMIGA´´
La cigarra
era feliz disfrutando del verano: El sol
brillaba, las flores desprendían su aroma...y la cigarra cantaba y cantaba.
Mientras tanto su amiga y vecina, una pequeña hormiga, pasaba el día entero
trabajando, recogiendo alimentos.
- ¡Amiga
hormiga! ¿No te cansas de tanto trabajar? Descansa un rato conmigo mientras
canto algo para ti. – Le decía la cigarra a la hormiga.
- Mejor
harías en recoger provisiones para el invierno y dejarte de tanta holgazanería
– le respondía la hormiga, mientras transportaba el grano, atareada.
La cigarra se
reía y seguía cantando sin hacer caso a su amiga.
Hasta que un
día, al despertarse, sintió el frío intenso del invierno. Los árboles se habían
quedado sin hojas y del cielo caían copos de nieve, mientras la cigarra vagaba
por campo, helada y hambrienta. Vio a lo lejos la casa de su vecina la hormiga,
y se acercó a pedirle ayuda.
- Amiga
hormiga, tengo frío y hambre, ¿no me darías algo de comer? Tú tienes mucha
comida y una casa caliente, mientras que yo no tengo nada.
La hormiga
entreabrió la puerta de su casa y le dijo a la cigarra.
- Dime amiga
cigarra, ¿qué hacías tú mientras yo madrugaba para trabajar? ¿Qué hacías
mientras yo cargaba con granos de trigo de acá para allá?
- Cantaba y
cantaba bajo el sol- contestó la cigarra.
- ¿Eso
hacías? Pues si cantabas en el verano, ahora baila durante el invierno-
Y le cerró la
puerta, dejando fuera a la cigarra, que había aprendido la lección.
Moraleja:
Quien quiere pasar bien el invierno, mientras es joven debe aprovechar el
tiempo.
``LA TORTUGA Y LA LIEBRE´´
En el mundo
de los animales vivía una liebre muy orgullosa y vanidosa, que no cesaba de
pregonar que ella era la más veloz y se burlaba de ello ante la lentitud de la
tortuga.
- ¡Eh,
tortuga, no corras tanto que nunca vas a llegar a tu meta! Decía la liebre
riéndose de la tortuga.
Un día, a la
tortuga se le ocurrió hacerle una inusual apuesta a la liebre:
- Estoy
segura de poder ganarte una carrera.
- ¿A mí?
Preguntó asombrada la liebre.
- Sí, sí, a
ti, dijo la tortuga. Pongamos nuestras apuestas y veamos quién gana la carrera.
La liebre,
muy ingreída, aceptó la apuesta.
Así que todos
los animales se reunieron para presenciar la carrera. El búho señaló los puntos
de partida y de llegada, y sin más preámbulos comenzó la carrera en medio de la
incredulidad de los asistentes.
Astuta y muy
confiada en si misma, la liebre dejó coger ventaja a la tortuga y se quedó
haciendo burla de ella. Luego, empezó a correr velozmente y sobrepasó a la
tortuga que caminaba despacio, pero sin parar. Sólo se detuvo a mitad del
camino ante un prado verde y frondoso, donde se dispuso a descansar antes de
concluir la carrera. Allí se quedó dormida, mientras la tortuga siguió
caminando, paso tras paso, lentamente, pero sin detenerse.
Cuando la
liebre se despertó, vio con pavor que la tortuga se encontraba a una corta
distancia de la meta. En un sobresalto, salió corriendo con todas sus fuerzas,
pero ya era muy tarde: ¡la tortuga había alcanzado la meta y ganado la carrera!
Ese día la
liebre aprendió, en medio de una gran humillación, que no hay que burlarse
jamás de los demás. También aprendió que el exceso de confianza es un obstáculo
para alcanzar nuestros objetivos. Y que nadie, absolutamente nadie, es mejor
que nadie
Esta fábula
enseña a los niños que no hay que burlarse jamás de los demás y que el exceso
de confianza puede ser un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos
``El LEÓN Y LA ZORRA´´
Un día en el bosque un viejo León
hambriento y sin mucha fuerza para cazar animales, decidió usar su astucia para
poder conseguir comida fingiendo estar muy enfermo. Entró en una cueva y se
echó en el suelo para esperar que los animales que pasaban por la cueva lo
visiten, para luego él de un zarpazo los atrapara y los devoraba en el acto.
Fueron muchos
los animales que fueron a visitarlo y acabaron en la barriga del León, pero fué
la astucia de la Zorra, que descubrió el engaño del León. Así que llego a la
entrada de su cueva, y a una distancia segura le dijo al León que sentía mucho
su enfermedad, a lo que este al ver que no entraba le respondió:
-¿Por qué no entras? ¿Tienes temor de mí, si
estoy tan débil que aunque quisiera, no me sería posible hacerte daño? Entra a
la cueva, como los demás, le dijo el León.
-Esto es lo
que me infunde mucho desconfianza, le respondió la Zorra, mientras miraba la
entrada de la cueva;
-Es que veo
aquí las huellas de los animales que han entrado, pero no veo las huellas de
los que han salido
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